¿Vieron lo difícil que es explicar por qué nos gustan las cosas que nos gustan? A mí me gusta pintar y ver pintura, y también leer lo que se escribió sobre ella, sea por pintores, críticos o quien sea. Creo que la pintura es un lenguaje universal, que esencialmente cambió bastante poco desde la prehistoria. Pero también sé que lo que más se entiende como pintura es ese producto traficado por cantidades criminales de dinero en casas de subastas en el hemisferio norte. La pintura de caballete como mercancía, digo, y cómo esa forma parece condicionar la comprensión de toda la práctica y su circulación.
Quizás esté exagerando y dando demasiadas vueltas porque el punto es otro. Resulta que hay una corriente, un grupo de pintores que me causa curiosidad desde hace tiempo, que es la escuela de Leipzig. Sobre todo porque reivindican la figuración sin caer en el conservadurismo y, claro, porque hasta el ‘89 Leipzig era una ciudad del bloque soviético. Me llamó la atención también la poca cantidad de material que hay sobre ella en castellano (o siquiera en inglés), y me puse a subtitular el video que se ve arriba. Sobre los problemas de investigar en artes visuales a través de internet y el precio de cualquier libro de pintura en la ciudad de Buenos Aires escribí un par de párrafos que mejor dejo en el borrador porque podrían convertir esto en un desperdicio todavía mayor de píxeles. Entonces, el conflicto básico que tiene esta escuela es su relación con la doctrina del realismo socialista y cómo fue la influencia de esa política de Estado soviética lo que, años después de la caída del muro, le iba a dar un carácter tan disruptivo en el contexto mundial del arte.
El documental no es particularmente bueno, hace muy poco por ubicar a la escuela en un contexto histórico y se queda demasiado con las disputas al interior del grupo. Pero vale por la serie de entrevistas que reúne y el mínimo panorama que ofrece sobre lo que quizás sea la última gran polémica en la historia de la pintura.